viernes, octubre 24, 2008

"Pesadillas americanas"

El legado de Bush en USA analizado en un documental. Vídeo (34 min)

En Portada

Un equipo de 'En Portada', de TVE2, ha viajado a Estados Unidos para comprobar los efectos de la política de reducción de impuestos y la disminución de los programas sociales.

'En Portada', el espacio de La 2 de los servicios informativos de TVE, dirigido por Juan Antonio Sacaluga, emite este domingo, a las 21:30h, el reportaje "Pesadillas americanas", que aborda las consecuencias de la crisis económica en Estados Unidos. En él se muestra cómo el sueño americano y el modo de vida en ese país pueden estar en peligro debido a la actual crisis financiera mundial y cómo afectan a los ciudadanos las políticas llevadas a cabo por George Bush durante su mandato.

A dos semanas de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, el programa 'En Portada' dedica este domingo su reportaje al legado que ha dejado al país el presidente George Bush.

Un equipo de 'En Portada', encabezado por la periodista Llúcia Oliva, ha viajado a diferentes poblaciones de Texas donde George Bush empezó su carrera política, pero también a Nueva York y Nueva Orleans.

El reportaje "Pesadillas americanas" revela que hoy en Estados Unidos hay 5 millones más de pobres que cuando el presidente Bush llegó al poder y también que hay 9 millones más de personas que no tienen seguro médico porque los costes se han disparado de tal manera que las familias no pueden pagarlo. Estos son los algunos de los problemas que tendrá que afrontar el próximo presidente de Estados Unidos.

"Pesadillas americanas" es un reportaje escrito y dirigido por Llúcia Oliva realizado por José Jiménez, imagen de Ricardo Vallespín e Irene Marín, montaje de Alejandro Cid y producción de Ana Pastor.







Un país en guerra demasiado ligado a los EEUU y a la droga

La opinion de un italiano, sobre la crisis mexicana.
Gennaro Carotenuto
Latinoamerica

Hoy día México es el mayor narcoestado del mundo, peor que Colombia. En 2007 los muertos de la guerra entre carteles han sido 2.700; ayer se anunció que en los ocho primeros meses de 2008 se ha llegado a 3000 muertos. Ejecuciones en masa, cabezas cortadas, auténticas batallas con armamento de guerra, ríos de dinero que contaminan la vida pública: así es el código de esta guerra totalmente ignorada por la prensa italiana. México es actualmente un infierno cuya población vive ahogada entre los narcotraficantes, la crisis económica y partes del Estado que se muestran cómplices de los carteles de la droga. De ahí que el 40% de la población (cifra equivalente a los habitantes de España entera) sopese seriamente la posibilidad de marcharse de su país, gobernado por la derecha neoliberal y filoestadounidense de Felipe Calderón, que actúa con mano dura y sin éxito a la vez que tiene manga ancha con los narcodólares.

Uno de cada cinco mexicanos declara que conoce personalmente a algún narcotraficante; para cuatro de cada cinco el narcotráfico forma parte de la cultura nacional. Grupos musicales como “Los tigres del Norte” o temas como “Contrabando y traición” son hitos de un género musical que triunfa: el narcocorrido. Los narcos tienen hasta un santo protector, san Jesús Malverde, oriundo de Sinaloa. Pero la cultura narco no es sólo un género de entretenimiento comparable a nuestros neomelódicos. Uno de cada diez mexicanos dice haber sido víctima de algún caso de violencia relacionada con el narcotráfico; uno de cada tres conoce a alguna víctima.

Son datos impresionantes que dan medida de lo difícil que resulta orientarse en la espiral en la que ha caído uno de los países más extraordinarios del mundo, desde que los carteles colombianos empezaron a usarlo en los años 80 como vía de tránsito, y más tarde, el 1 de enero de 1994, debido a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, una especie de colonización económica del país, que se tradujo en un desastre económico, la ruina del campo y la pérdida de puestos de trabajo.

Los 14 millones de mexicanos que se han visto obligados a emigrar desde entonces y los miles y miles de muertos en las guerras entre narcos son prueba del fracaso de un proyecto neoliberal de país que debería abandonarse cuanto antes. Sin embargo, el neoliberismo, que ha machacado literalmente la vida de una generación de campesinos mexicanos incapaces de competir contra las ayudas y más ayudas que recibe la agricultura estadounidense, y que los empuja a emigrar o a apuntarse a la mano de obra del narcotráfico, aunque sólo sea como contrabandista o como carne de cañón, no es sino una de las caras de una de las peores crisis morales y materiales en la historia de este país.

Ya en los años 20, en la época del prohibicionismo en los Estados Unidos, México sufrió un aumento de la criminalidad ligada al contrabando de alcohol. Luego, hasta los años 70, siguió habiendo siempre algo de contrabando de marihuana y tulipán hacia el norte. La fase actual del narcotráfico arranca en los 80 y evoluciona hasta alcanzar cifras enormes: hoy el 60% de toda la cocaína consumida en los Estados Unidos proviene o bien pasa por México. Desde el 94 en adelante, el NAFTA, Tratado de Libre Comercio con los EEUU, se convirtió en el detonador de la situación presente. El narcotráfico sirvió de alternativa para la despoblación del campo. Como consecuencia de todo ello, hoy día se vive una economía débil en un Estado igualmente débil, lo que hace que los ingresos de la droga resulten claves para dominar, a través de la ramificación, la economía así como la política del tercer país más poblado del continente, tras Estados Unidos y Brasil. La guerra mexicana y la transformación de una de las 12 primeras economías del mundo en un narcoestado acaso sea hoy la noticia más subestimada del sistema mediático no ya italiano, sino mundial.

Homenaje a Allende

Va una rolita muy inspiradora...

El gurú Greenspan confiesa que fue un error confiar en el libre mercado

Nunca he creido en el "arrepentimiento" de estos desgraciados neoliberales, mas bien creo que se intentan lavar la cara para continuar tratando de imponer sus ahora si "buenas politicas" acompañadas de "buenas intenciones", no duden que el dia de mañana esos mismos causantes de tanta pobreza y miseria, nos quieran vender el cuento de que ahora si, las politicas que tienen son las que la humanidad necesita y de nuevo una bola de vividores tecnocratas de paises subdesarrollados trataran de imponerlas en sus paises para seguir regalando a las transnacionales el producto del trabajo de la clase obrera.

Desde la conejitas de Playboy hasta obreros de General Motors enfrentan el desempleo.

El FMI abrió investigaciones sobre tantas empresas financieras, que deberá ocupar más agentes.

Nueva York, 22 de octubre. Uno sabe que las cosas están verdaderamente mal cuando empiezan a despedir a las “conejitas” de Playboy, las encueratrices tienen cada vez menos clientes en los antros, las escorts ofrecen descuentos, la FBI investiga a los “caballeros” de las grandes empresas financieras, antes tan “respetados” y ahora acusados de ser bandidos borrachos, uno de los gurús del capitalismo desregulado confiesa que “no funciona”, y el jefe del FMI está envuelto en un escándalo por sus aventuras románticas en medio del peor desastre financiero desde la Gran Depresión.

Por ahora es el fin de la fiesta.

Los costos de la crisis financiera de Wall Street ya se manifiestan en las calles de las ciudades, pueblos y campos de este país, cada día con avisos de recortes de empleos y reducción de la demanda y el consumo, y el aumento de la deuda a nivel federal, estatal y personal.

Hoy Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal considerado gurú del sistema financiero, tuvo que admitir: “cometí un error en suponer que los intereses propios de las organizaciones, específicamente bancos y otros, eran tales que eran los más capaces para proteger a sus accionistas y sus intereses en las empresas”, y dijo que en su ideología de libre mercado “he encontrado una falla. No sé qué tan significativa o permanente es, pero he estado muy angustiado por ese hecho”, afirmó en una audiencia ante el Congreso en torno a la crisis.

Durante casi dos décadas (hasta 2006), Greenspan controló el banco central de Estados Unidos, desde donde promovió la desregulación. El representante federal demócrata Henry Waxman le preguntó hoy a Greenspan si “no funciona su ideología” del libre mercado, a lo cual respondió: “absolutamente, precisamente. Ésa es precisamente la razón por la cual me sorprendí, porque por unos 40 años o más yo trabajé con evidencias considerables de que sí funcionaba excepcionalmente bien”.

Ese “error” de confiar en las virtudes del “libre mercado”, que cometiera Greenspan y buena parte de la cúpula política y económica de este país tiene cada día costos más desastrosos.

Hoy General Motors y Chrysler anunciaron que cesarán a más trabajadores, sobre los miles que ya han liquidado, y en estos últimos días la farmacéutica Merck anunció que eliminará 7 mil 200 empleos, 12 por ciento de su nómina. Yahoo anunció un recorte de por lo menos 10 por ciento de sus trabajadores. Xerox, unos 3 mil, junto con una larga fila de empresas que están haciendo lo mismo. Todo esto es adicional a las cifras de desempleo ya registradas. Según cálculos del Instituto de Políticas Económicas, con base en cifras oficiales, el número de desempleados se ha incrementado en 2.2 millones a lo largo del último año, llegando en septiembre a 9.5 millones en total, el número más elevado en 15 años.

La propia industria financiera podría llegar a despedir un total de 200 mil, reportó la agencia Ap (110 mil ya se han perdido hasta la fecha). Goldman Sachs, uno de los bancos de inversiones de mayor prestigio, anunció hoy que cesará a unos 3 mil 200 empleados.

Por otro lado, el número de juicios hipotecarios se ha incrementado 21 por ciento, comparado con un año atrás, y algunos calculan que un promedio de 10 mil hogares se suman cada semana. Es por ello que uno de los eventos anuales más aburridos en general se convirtió casi en nota roja este año. Esta semana, en la convención de la Asociación de Banqueros Hipotecarios, celebrada en San Francisco, alguien intentó hacer un “arresto ciudadano” de Karl Rove (el estratega político de George W. Bush), llegando al podio y acusándolo de “traición”. Otra mesa fue interrumpida por manifestantes que demandaron una moratoria de juicios hipotecarios, y en las entradas al encuentro se coreaban consignas contra los banqueros.

Este fin de semana, por lo menos dos manifestaciones, una en Wall Street y otra en Baltimore, han sido convocadas para denunciar el rescate financiero de los bancos y demandar apoyo financiero y suspensión de juicios hipotecarios para las familias afectadas por esta crisis.

La ira popular y el juego político sobre cómo responder a todo esto ha obligado a que se anuncie una serie de investigaciones de la FBI sobre el manejo de algunas de las empresas que están en el centro de la crisis, como Lehman Brothers y las gigantescas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac. Pero estos esfuerzos se ampliarán a otras, y la tarea es tan grande que la FBI tendrá que duplicar el número de agentes que trabajan en “delitos financieros”.

A la vez, los ejecutivos de AIG, la aseguradora más grande del país, rescatada por 85 mil millones de dólares por el gobierno federal, ahora están bajo investigación por el procurador general del estado de Nueva York, lo cual ha obligado a que la empresa suspenda pagos de un fondo de bonos para ejecutivos de 600 millones, como también un pago de 19 millones que estaba por entregar a su ex ejecutivo en jefe.

El procurador general estatal, Andrew Cuomo, denunció la idea de pagar bonos a ejecutivos que llevaron casi a la bancarrota a la empresa. Hace un par de semanas, esta empresa provocó un escándalo cuando se divulgó que gastó cientos de miles de dólares en vacaciones en hoteles de lujo para decenas de sus ejecutivos después de ser rescatada con fondos públicos.

Y mientras esta crisis se extiende por el país y el mundo, y todos hablan de una “recesión global”, el Fondo Monetario Internacional intenta responder a lo que ha llamado “la crisis financiera más grave desde la Gran Depresión”. Pero justo en este momento estalló otra crisis: la revelación de que Dominique Strauss-Kahn, el director gerente del FMI, está bajo investigación interna para ver si abusó de su poder en beneficio de una amante que trabajaba con él y quien renunció en agosto. Aparentemente, el affair –entre Strauss-Kahn y Piroska Nagy, alta funcionaria en el departamento sobre África del fondo–, amenaza la confiabilidad en su manejo del organismo multilateral.

Así, entre gurús del “libre mercado” confesando que tal vez no funciona, los antiguos “maestros del universo” (los ejecutivos de Wall Street) bajo investigación, banqueros bajo sitio en sus convenciones, un presidente que tiene el nivel de aprobación más bajo de la historia, millones pagan ya los costos de la crisis, y muchos analistas dicen que esto apenas empieza.

Hasta las “conejitas” de Playboy están esperando ver cuántas perderán su chamba con esa empresa por reducir de manera masiva sus oficinas en Los Ángeles y Nueva York, según algunas versiones de los medios. Y según algunos informes, los antros para “caballeros” en Nueva York están cada vez más vacíos, con las encueratrices bailando para menos clientes que pagan menos.

Ya se apagó la música, ya se fueron las mujeres, ya no hay pachangas todo pagado. Se acabó la fiesta.

miércoles, octubre 22, 2008

Cómo los militares de EE.UU. me convirtieron en terrorista

Aaron Glantz/Michael Prysner
ICH/Alternet

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

En marzo de este año, un valeroso grupo de veteranos ayudó a comprender lo que es la guerra en un histórico evento realizado en Silver Spring, Maryland, inspirado por veteranos de Vietnam de una generación antes. “Soldado de Invierno: Iraq y Afganistán” reunió a más de 200 soldados que han servido en la así llamada “Guerra contra el Terror.” Como otros soldados antes que ellos, que compartieron historias que pusieron al desnudo la pesadilla de Vietnam, esos veteranos dieron testimonio sobre los crímenes que han sido cometidos en nombre de los estadounidenses durante la ocupación de Iraq y Afganistán. Las audiencias duraron cuatro días; en sus testimonios, los soldados describieron como el descarte de las reglas de enfrentamiento de las fuerzas armadas y su sistemática deshumanización de civiles iraquíes y afganos ha llevado a horribles actos de violencia contra hombres, mujeres y niños inocentes. “No se trata de incidentes aislados,” fue un refrán común, incluso cuando los episodios que describían parecían excepcionalmente brutales. Para muchos de los veteranos, fue la primera vez que habían relatado sus historias.

Ahora, el abrasador testimonio ha sido compilado en un importante nuevo libro: “Winter Soldier: Iraq and Afghanistan: Eyewitness Accounts of the Occupation” [Soldado de invierno; Iraq y Afganistán: Relatos de la ocupación por testigos presenciales], editado por Aaron Glantz y publicado por Haymarket Books. Os aliento fervorosamente a comprar el libro, de preferencia a través del sitio en la Red de Iraq Veterans Against the War, que organizó las audiencias de Winter Soldier y sigue realizando eventos similares en ciudades en todo el país. Todos los ingresos de libros comprados a través de IVAW irán en apoyo a su trabajo crucial.

El siguiente pasaje es de Michael Prysner, cabo en la Reserva del Ejército quien volvió a casa en febrero de 2004.

-- Liliana Segura, Editora, War on Iraq Special Coverage

20/10/2008 "Alternet" – Cuando me alisté en el ejército, me dijeron que el racismo ya no existe en las fuerzas armadas. Un legado de desigualdad y de discriminación fue repentinamente eliminado por algo llamado el Programa de Igualdad de Oportunidades [EO]. Nos sentábamos en clases obligatorias, y cada unidad tenía un representante de EO para asegurar que no volverían a aparecer elementos de racismo. El ejército parecía firmemente dedicado a aplastar todo indicio de racismo.

Entonces ocurrió el 11 de septiembre, y comencé a escuchar nuevas palabras como “cabeza de toalla” y “jockey de camellos,” y el más inquietante: “nigger de las arenas.” Al principio esas palabras no provenían de otros soldados rasos alistados, sino de mis superiores: el sargento de mi pelotón, mi sargento primero, el comandante de mi batallón. Para toda la cadena de comando, esos ponzoñosos términos racistas eran repentinamente aceptables.

Cuando llegué a Iraq en 2003, aprendí una nueva palabra: “haji.” Haji era el enemigo. Haji era cada iraquí. No era una persona, un padre, un maestro, o un trabajador. Es importante que se comprenda de donde proviene esa palabra. Para los musulmanes, lo más importante es hacer un peregrinaje a La Meca: el Haji. El que ha hecho el peregrinaje a La Meca es un haji. Es algo que, en el Islam tradicional, es el mayor llamado de la religión. Tomamos lo mejor del Islam y lo convertimos en lo peor.

Desde la creación de este país, el racismo ha sido utilizado para justificar la expansión y la opresión. Los americanos nativos eran llamados “salvajes,” los africanos eran llamados toda clase de cosas para excusar la esclavitud, y los veteranos de Vietnam conocen la multitud de palabras utilizadas para justificar esa guerra imperialista.

Así que haji es la palabra que usábamos. Era la palabra que usamos en esa misión en particular de la que voy a hablar. Hemos oído hablar mucho de incursiones, de romper puertas a patadas en las casas de la gente y del saqueo de sus casas, pero ésta era una incursión de un tipo diferente.

Nunca nos daban alguna explicación por nuestras órdenes. Sólo nos decían que un grupo de cinco o seis casas era ahora de propiedad de los militares de EE.UU., y que teníamos que ir y hacer que esas familias se fueran de sus casas.

Íbamos a esas casas e informábamos a las familias que sus hogares ya no eran suyos. No les dábamos ninguna alternativa, ni dónde ir, ni compensación. Se veían muy confundidos y muy asustados. No sabían qué hacer y no se iban, así que teníamos que sacarlos.

Una familia en particular, una mujer con dos niñas pequeñas, un hombre muy anciano, y dos hombres de mediana edad: los arrastramos de su casa y los arrojamos a la calle. Arrestamos a los hombres porque se negaron a partir, y los enviamos a la prisión.

Unos pocos meses después lo descubrí, ya que nos faltaban interrogadores y me dieron esa tarea. Supervisé y participé en cientos de interrogatorios. Recuerdo uno en particular que compartiré con ustedes. Fue el momento que me mostró realmente la naturaleza de esa ocupación.

Ese detenido en particular ya había sido desnudado hasta la ropa interior, con las manos detrás de su espalda y un saco de arena sobre la cabeza. Nunca vi su cara. Mi tarea era tomar una silla plegable de metal y golpearla contra el muro junto a su cabeza – enfrentaba el muro y su nariz lo tocaba – mientras otro soldados gritaba una y otra vez la misma pregunta. No importa cuál fuera su respuesta, mi tarea era golpear ruidosamente la silla contra el muro. Lo hicimos hasta que nos cansamos.

Me dijeron que me asegurara de que se mantuviera de pie, pero algo iba mal con su pierna. Estaba herido, y se caía todo el tiempo al suelo. Llegaba el sargento a cargo y me decía que lo volviera a poner de pie, así que tenía que recogerlo y ponerlo contra el muro. Se caía continuamente. Yo lo agarraba continuamente y lo colocaba contra el muro. Mi sargento estaba furioso conmigo porque no lograba que siguiera de pie. Lo agarró y lo golpeó varias veces contra el muro. Y se fue. Cuando el hombre volvió a caer al suelo, noté que corría sangre por debajo del saco de arena. Dejé que se sentara, y cuando vi que mi sargento volvía de nuevo, le dije rápidamente que volviera a pararse. En lugar de proteger a mi unidad contra ese detenido, me di cuenta de que estaba protegiendo al detenido contra mi unidad.

Me esforcé considerablemente en sentirme orgulloso por mi servicio, pero todo lo que podía sentir era vergüenza. El racismo ya no podía disfrazar la realidad de la ocupación. Son seres humanos. Desde entonces me persigue la culpa. Me siento culpable cada vez que veo a un hombre anciano, como el que no podía caminar a quien lo echamos a una camilla y dijimos a la policía iraquí que se lo llevara. Me siento culpable cada vez que veo a una madre con sus hijos, como la que lloraba histéricamente y gritaba que éramos peores que Sadam cuando la expulsamos de su hogar. Me siento culpable cada vez que veo a una muchacha joven, como la que agarré del brazo y arrastré a la calle.

Nos dijeron que combatíamos a terroristas; el verdadero terrorista era yo, y el verdadero terrorismo es esa ocupación. El racismo dentro de las fuerzas armadas ha sido desde hace tiempo un instrumento importante para justificar la destrucción y ocupación de otro país. Sin el racismo, los soldados se darían cuenta de que tienen más en común con el pueblo iraquí que con los multimillonarios que nos mandan a la guerra.

Arrojé a familias a la calle en Iraq, sólo para volver a casa y encontrar a familias arrojadas a la calle en este país, en esta trágica crisis de ejecuciones hipotecarias. Nuestros enemigos no están a 8.000 kilómetros, están aquí mismo, en casa, y si nos organizamos y luchamos, podemos detener esa guerra, podemos detener a este gobierno, y crear un mundo mejor.

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Aaron Glantz es autor de dos libros a ser publicados próximamente sobre Iraq: “The War Comes Home: Washington's Battle Against America's Veterans” (UC Press) y “Winter Soldier: Iraq and Afghanistan” (Haymarket). Edita el sitio en la Red; WarComesHome.org.